La primera vez que llegué aquí, de
vacaciones, ya iba sorprendida por el camino, por lo que nos rodeaba y por
lo que iba descubriendo. Me encontraba en la Sierra de Säo
Mamede, un remanso de paz y una maravilla.
Me imaginaba un sitio a caballo entre Marvao y una ciudad como las nuestras, pero cuando llegamos no pude por menos que enamorarme del
lugar. Desde entonces, siempre que vamos al pueblo, nos escapamos aunque sea un ratin.
Ya os he dicho varias veces e imagino que muchos de vosotros
lo habréis podido confirmar con vuestros ojos, lo bien que los
portugueses conservan todo, incluso los detalles más pequeños y esta ciudad no
podía ser menos. De hecho, nos encantan sus parques, super bien cuidados, ¡¡¡Y CON ÁRBOLES!!!
En la plaza, puedes
tomarte una bica (café sólo en tacita chiquitilla o un café com leite,
disfrutando de la tranquilidad de un pueblecito y con música ambiental de
fondo. Si, digo música, a ver en qué sitio de madrid, o de españa tienen música
en sus plazas en plan hilo musical.